Muchos se preguntan el por qué
debemos confesar nuestros pecados a un sacerdote, si éste es tan o más pecador
que nosotros. Valga la pena mencionar aquí que hasta el mismo Papa tiene que
confesarse y recibir la absolución de parte de su confesor. La realidad es que
nosotros los católicos no hacemos lo que se nos ocurre creer, como lo que sí
hacen nuestros hermanos protestantes, sino más bien, hacemos lo que Dios manda
en su propia Palabra. Si Jesús quiso que nosotros confesásemos nuestros pecados
para recibir la absolución por parte de sus sacerdotes, a quiénes otorgó el
poder de perdonar pecados; pues simplemente lo respetamos y lo ponemos en
práctica porque es su voluntad y nosotros no somos nadie para cuestionar a Dios,
como hacen quienes no aceptan el sacramento de la penitencia (o confesión).
Lev 5.5 En
todos estos casos el que cometió el delito confesará primero su pecado.
Sir 4.26 No te avergüences de confesar tus
pecados:
no nades contra la corriente.
Aquí vemos, que ya en el Antiguo
Testamento se habla de la confesión de los pecados. No es un invento de la Iglesia
Católica como dicen, equivocadamente, nuestros hermanos
separados. Podrían cuestionar que en todo caso eso sólo es en el Antiguo
Testamento, pero veamos que incluso antes de que Jesús inicie su vida pública,
también confesaban sus pecados cuando Juan el Bautista llamaba a la conversión
al pueblo de Israel.
Mt 3.6 Y
además de confesar sus pecados, se hacían
bautizar por Juan en el río Jordán.
Mc 1.5 Toda
la provincia de Judea y el pueblo de Jerusalén acudían a Juan para confesar sus pecados y ser bautizados
por él en el río Jordán.
Veamos a continuación el evangelio
de Juan, cuando Jesús otorga a sus discípulos y a sus sucesores el poder de
perdonar o retener los pecados. Lógicamente, para poder perdonar o retener
pecados, quién tiene el poder de hacerlo debe conocer previamente cuál es el
pecado del que los confiesa, sino ese poder carecería de sentido, pues la
absolución de los pecados, dependería entonces del capricho de quien puede
perdonarlos. El único sentido correcto, es que primero el sacerdote, debe
conocer los pecados de quien se confiesa, para luego perdonarlos o
retenérselos, de acuerdo a si hay o no arrepentimiento de por medio.
Jn 20.23 ‘A quienes perdonen sus pecados, serán perdonados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos’.
Por último, cuando ya Jesús había
ascendido al Cielo y se había iniciado la vida de la Iglesia , encontramos que se
practicaba la confesión por ser una orden de Cristo. Incluso, Pablo, hace la
aclaración de que en algunos casos es necesario investigar primero para conocer
los pecados de alguien, la única manera de hacerlo, lógicamente, era a través
de la confesión.
Hch 19.18 Muchos
de los que habían aceptado la fe venían a confesar y exponer todo lo que antes habían hecho.
Stgo 5.16 Reconozcan sus pecados unos ante otros y recen unos por
otros para que sean sanados.
2 Cor 2.10 A quien ustedes perdonen, también yo
le perdono … Lo perdoné en atención a ustedes en presencia de Cristo.
1 Tim 5.24 Hay
personas cuyos pecados son notorios antes de
cualquier investigación; los
de otros, en cambio,
sólo después.
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