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viernes, 18 de octubre de 2019

¿Esta teniendo la Iglesia Universal una crisis de fe?

Los que deberían enseñarnos en muchos momentos nos confunden, nos encontramos en una verdadera crisis.



“Nunca como ahora hemos tenido tanta luz doctrinal y tanta claridad en la doctrina de la Iglesia y sin embargo  nunca como ahora nos hemos enfrentado contra esta anarquía doctrinal, litúrgica y moral que estamos  viviendo” antes la Iglesia se defendía de los ataques de afuera con la cantidad de santos, pensadores y doctores que tenemos, pero ahora la crisis viene de adentro.


Pablo VI lo decía “por alguna fisura el humo de Satanás ha entrado en el templo de Dios” (homilía del 29 de junio de 19721)

Después del CVII… el papa San Juan XXIII abrió las puertas de la Iglesia para que los que estaban afuera entraran y lo que sucedió fue que los de adentro se salieron. Coincidió con la posmodernidad donde en vez de adorar la razón se adora el sentimiento.

El signo claro de la posmodernidad es el relativismo. Estamos siendo golpeados por el relativismo en todos los órdenes: dogmático, moral...

Si no puedo conocer la verdad, si no puedo determinar si existe Dios o no, si existe una religión verdadera o no,  si no hay verdades sólidas, el ser humano no sabe quién es, en qué creer, a que Dios hablarle.

Pasamos en un primer momento de una creencia absoluta, luego a un ateísmo y en este momento estamos en  un estado intermedio donde las verdades se niegan solapadamente, y por esto en la iglesia comenzó a hablarse  de derechas e izquierdas, y por ejemplo quienes siguen el marxismo y la teología de la liberación no son 
 considerados como en antaño unos herejes, sino que se habla de teólogos de izquierda, si tú dices que  Jesucristo no es Dios, que simplemente era un revolucionario, si consideras que la fornicación, el adulterio, la masturbación, el homosexualismo no están mal simplemente lo consideras como cuestiones naturales que la antropología y la psicología moderna han ido descubriendo, no es como antes que se te consideraba un hereje y te salías de la Iglesia, sino que ahora se te considera un católico de izquierda; en cambio si tú crees en el  catecismo, en el magisterio del papa eres un católico de derecha, un católico conservador mientras el otro es un católico liberal. En realidad no existen bandos en la Iglesia, existen católicos fieles o infieles, o crees en lo que dice la Iglesia o no eres católico, ¿por qué se quieren quedar en la Iglesia si no les gusta nada de lo que ella  enseña? Porque desaparecen en el ámbito público, se pierden en el olvido, en cambio sí se oponen como Iglesia llaman mucho la atención de los medios como sucedió con Leonardo Boff, Gustavo Gutierrez Merino y Hans Küng.

Todo nace a raíz de lo que se conoció como el disenso (explicado en 1990 por la Donum Veritatis de la  Congregación para la Doctrina de la Fe en el numeral 32ss) que se dio desde la publicación de la Humanae Vitae de Pablo VI el 25 julio de 1968, este es la actitud pública de oposición al Magisterio de la Iglesia. El problema fue que por primera vez en la historia el disenso fue tolerado.

Cristología: Comenzó a separarse el Jesús histórico del Jesús de la Fe. Ej: la tempestad calmada, la resurrección  de Lázaro, la multiplicación de los panes, la resurrección de Jesús. Jesús es un personaje tan sumamente maquillado y adornado que nadie tiene acceso real a Jesús, nadie sabe quién es Jesús en realidad.

A todo esto, el Señor suscitó un hombre que ha escrito de todo, que le ha hecho frente a todo sin miedo por su seguridad a que la verdad objetiva existe y que el hombre puede descubrir la verdad a pesar de su  entendimiento ofuscado por el pecado. Nosotros no desprestigiamos la razón, de hecho predicamos que es un  medio dado por Dios para encontrarle y conocerle.

Bíblica: Los evangelios no los escribieron personas sino comunidades. Ej.: comunidad mateana, joanica, etc. La  interpretación ya no corresponde al magisterio sino a los exégetas. Por eso, Benedicto XVI en la exhortación Verbum Domini advierte sobre la “hermenéutica secularizada” que enseña que Dios no aparece en la historia de la humanidad, sino que cuando parece que aparece un elemento divino hay que explicarlo y reducirlo al  elemento humano, se niega la historicidad de los elementos divinos. No puede haber dualismo entre exégesis y  teología (n. 35). El papa enseña también que los mejores intérpretes son los santos.

Mariología: Hoy día se niegan disimuladamente todos los dogmas marianos. Ej.: la virginidad de María es en su  alma (Catecismo 496-501; Lc 1, 37), subió a los cielos no como un cohete sino que significa que fue una mujer  tan buena que ya está participando de Dios; Madre de Dios porque Jesús fue un hombre que descubrió el Dios  en su interior y es en este sentido donde María es madre de Dios.

La Iglesia tiene un aproximado de 70 millones de mártires, el 60% de esos se dieron en el siglo pasado, basta ver la guerra de los cristeros en 1926, la guerra civil española 1936… pero el demonio sabe que eso no le hace daño a la Iglesia porque como dice San Irineo “la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”, por lo que él sabe que nos puede dar muy duro no con la persecución cruenta y sangrienta, sino con la persecución doctrinal.

La Iglesia ha podido resistir incluso papas con una vida moral muy reprochable moralmente.

Moral: Relativismo moral, no existe ley moral natural, no existen principios universales, depende de los constructos culturales. Ej: aborto, homosexualidad, en general toda la ideología de género con todo el relativismo en cuanto a la identidad afectivo-sexual, no se nace sino se hace. Benedicto XVI enseñaba que “con el materialismo el hombre negó su trascendencia, su alma inmortal. Luego, con el ateísmo, el hombre niega a  Dios, a un ser superior que está fuera de sí; con la ideología de género -ya el hombre negó su espíritu, su Dios-, niega su cuerpo mismo, su naturaleza. Sin espíritu, sin Dios, sin cuerpo, el hombre se convierte en una voluntad  que se autodetermina”.

Si no existe ley moral, si no existe verdad absoluta, quedamos al amaño de los estados. El relativismo es una  dictadura, que aunque pretende que todos seamos tolerantes se convierte en una ley que se impone. Ej: en  España encarcelan a mujer que reparte panfletos pro-vida fuera de una clínica abortiva, Monseñor Juan Vicente  se opuso al mal llamado “matrimonio” homoxsexual y lo han demandado, en Massachusetts, EEUU una pareja sacó a sus hijos de la escuela porque les dieron panfletos que decían que es lo mismo ser hombre o mujer y la UNICEF le quitó a sus hijos por crear una mentalidad “homófoba” en sus hijos y fueron demandados, gracias a  Dios ganaron la demanda.

La moral también enseña ahora una teoría llamada la “opción fundamental” que consiste en que basta que el  hombre ame a Jesús y haga una opción fundamental por él sin importar sus actos concretos así sean  pecaminosos (Jn 15, 14. 21.23.25), mientras no se peque con intención de ofender a Dios, pero es como un hombre que se va con una mujerzuela argumentando que se va con ella sin intención de ofender a su esposa.

Pastoral: La predicación debe consistir en aprender de las culturas, no en imponer una creencia, no predicar a Cristo porque implicaría violentar a los demás, se está dando un secularismo mal entendido. No se entiende el tesoro que tenemos en nuestras manos, el valor de dar a Cristo, es cierto que antiguamente no se utilizaron los mejores métodos de evangelización porque se creía que evangelizar era lo mismo que occidentalizar, pero no por eso hoy se debe abandonar la enseñanza de Cristo, Cristo sigue siendo el único a través del cual somos salvos.

3. Papel de los laicos

Mt 20, 4: “Id también vosotros a mi viña”

Los laicos deben tener conciencia cada vez más clara de no solo pertenecer a la Iglesia sino de ser Iglesia
El mundo se convierte en el ámbito y el medio de la vocación cristiana de los fieles laicos No han sido llamados a abandonar el lugar que ocupan en el mundo, son llamados por Dios para contribuir desde a dentro a modo de fermento a la santificación del mundo mediante el ejercicio de sus propias tareas y así  manifiesten a Cristo ante los demás con el testimonio de vida y con el fulgor de su fe, esperanza y caridad.

El fiel laico no puede jamás cerrarse sobre si mismo, aislándose espiritualmente de la comunidad, sino que debe  vivir en un continuo intercambio con los demás con un vivo sentido de fraternidad, en el gozo de una igual dignidad y en el empeño por hacer fructificar, junto con los demás, el inmenso tesoro recibido en herencia.

La Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi recuerda a los laicos que “el campo propio de su actividad  evangelizadora es el dilatado y complejo mundo de la política, de la realidad social, de la economía; así como  también de la cultura, de las ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los órganos de comunicación social; y también de otras realidades particularmente abiertas a la evangelización, como el amor, la familia, la educación de los niños y de los adolescentes, el trabajo profesional, el sufrimiento. Cuantos más laicos haya compenetrados con el espíritu evangélico, responsables de estas realidades y explícitamente comprometidos en ellas, competentes en su promoción y conscientes de tener que desarrollar toda su capacidad cristiana, a menudo ocultada y sofocada, tanto más se encontrarán estas realidades al servicio del Reino de Dios” (n. 70).

Nuevas situaciones tanto eclesiales como sociales, económicas, políticas y culturales reclaman hoy con fuerza muy particular la acción de los fieles laicos.
Si el no comprometerse ha sido siempre algo inaceptable, el tiempo presente lo hace aún más culpable.

A nadie le es lícito permanecer ocioso.


Queremos escuchar tus comentarios, te invitamos a postear tu opinión acerca de este tema,  con respeto y caridad. Todo para la gloria de Dios


jueves, 10 de agosto de 2017

Razones Teológicas de la Asunción de Nuestra Madre Maria

Por Pedro Nel Rueda de http://www.buscadoresdelreino.com

Es un dogma que se formula así: "La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo." (Constitución Munificentisimus Deus)

La Asunción no está en la Biblia en forma expresa, pero sí se concluye de la Biblia en forma necesaria. Recordemos que la Biblia debe leerse como un todo (2 Tm 3, 16-17), o de lo contrario terminaremos haciendo decir a la Biblia lo que no dice. Por eso hay que seguir la guía que nos proporciona la Iglesia (2 Pe 1, 20-21; 1 Tm 3,15) , la cual recibió de Cristo la gracia de enseñar con autoridad ("Quien les escucha a ustedes, me escucha a mí; quien les rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado", Lc 10, 16).

Primero entendamos que "asunción" no es lo mismo que "ascensión". La "ascensión" es el hecho de ascender a los cielos por sí mismo como Jesús (Lc 1, 3-11). "Asuncion" es ser llevado a los cielos por Dios mismo o por los ángeles.

1. ¿Es bíblica la Asunción de las personas?

Las personas pueden ser asuntas a los cielos como María. Fue antes el caso de Enoc (Gn 5, 24) o de Elías (2 Re 2, 11-12).
Alguien dirá que con Jesús se abren las puertas del cielo, porque todos debieron esperar su llegada, pero olvida que los designios de Dios no están al alcance de los hombres (Sb 17, 1; Rm 11, 33). Ya lo dice la Biblia:
"Yavé hizo subir a Elías al cielo en un torbellino..." (2 Re 2, 1)

2. ¿Porqué fueron llevadas las personas al cielo?

Por la fe y por haber agradado a Dios toda la vida ("Enoc anduvo con Dios...." dice Gn 5, 22). Dice San Pablo para que entendamos el caso de Enoc:
"Por su fe también Henoc fue trasladado al cielo en vez de morir, y los hombres no volvieron a verlo, porque Dios se lo había llevado. Antes de que fuera arrebatado al cielo, se nos dice que había agradado a Dios; pero sin la fe es imposible agradarle, pues nadie se acerca a Dios si antes no cree que existe y que recompensa a los que lo buscan." (Hb 11, 5-6) ¿Fue ese el caso de María? Lo fue y en mayor grado.

3. Nadie como Maria en materia de fe y agrado a Dios

"Llena de Gracia" le dice el ángel Gabriel (Lc 1, 28), quien también le dice que Dios está con ella (la maravillosa frase de Lc 1, 28 es "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo."); Enoc anduvo con Dios, pero Dios estaba con María. El mismo Dios, por su mensajero, la declara llena de gracia en una forma permanente pues ha encontrado el favor de Dios (Lc 1, 30) y María acata en forma totalmente incondicional la voluntad del Altísimo (Lc 1, 38). Es tal el estado de María, que -antes de la pasión de Jesucristo- puede declarar que Dios la ha salvado y todas las generaciones la llamarán bienaventurada (Lc 1, 48). Siendo así, es un caso como el de Enoc en grado máximo, pues mereció ser la Madre de Nuestro Señor ("...has encontrado el favor de Dios" dice el ángel).
Tenemos claro entonces que María agrada a Dios y es modelo de Fe, en tan esplendoroso sentido que ya es salva desde antes de la pasión de Nuestro Señor.

4. En María se da el cumplimiento de las promesas del Señor

Decía Jesús a los saduceos: "Pues cuando resuciten de la muerte, ya no se casarán hombres y mujeres, sino que serán en el cielo como los ángeles." (Mc 12, 25) Dice San Pablo: " Pero para nosotros hay un solo Dios, el Padre: todo viene de él y nosotros vamos hacia él." (1 Co 8, 6) .
Y en otra parte:" Nosotros tenemos nuestra patria en el cielo, y de allí esperamos al Salvador que tanto anhelamos, Cristo Jesús, el Señor." (Fil 3, 20) Esa es una promesa. Cuando María visita a su prima Santa Isabel, esta -llena del Espíritu Santo- declara "¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor!" (Lc 1, 45).
A los apóstoles, Jesús les recuerda que les prepara una morada en la casa del Padre:
"No se turben; crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. De no ser así, no les habría dicho que voy a prepararles un lugar. Y después de ir y prepararles un lugar, volveré para tomarlos conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Para ir a donde yo voy, ustedes ya conocen el camino." (Jn 14, 1-4) Tenemos entonces frente a nosotros la promesa de la Resurrección. Ya Dios había salvado a María, no quedaba sino que al final de su vida resucitara inmediatamente. "La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos" (Catecismo, n. 966).
María nos precedió en el cielo y nos precederá siempre, como madre del rey que se sienta al lado del trono (Sal 45(44), 7-10).
Así las cosas, el dogma de la Asunción de María es plenamente bíblico.

5. María es la Nueva Arca de la Alianza, la cual debía subir al cielo

El Señor debía entrar en el reposo, y con El el arca:
"¡Levántate, Señor, y ven a tu reposo, tú y el Arca de tu fuerza!" (Sal 132,8)
Que María es la Nueva Arca se sigue de Apocalipsis 11, 19 y el texto subsiguiente. Dice San Juan que se abrió el Santuario de Dios en los cielos y vio el Arca de la Alianza. ¿Y qué es lo que ve exactamente San Juan? La mujer vestida de sol, María.
"Apareció en el cielo una señal grandiosa: una mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. " (Ap 12, 1) Juan ve a María en el cielo. ¿Cómo nos dice la Biblia que ella es la nueva arca de la alianza? Fíjate en lo que dice David cuando supo que el Arca iba camino de su casa:  "Ese día sintió David un verdadero temor por Yavé y se dijo: "¿Y el Arca de Yavé va a entrar en mi casa?"" (2 Sam 6, 9) Cuando María va a visitar a Isabel, esta -llena del Espíritu Santo- pregunta en voz alta: "Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor?" (Lc 1. 43) Lo mismo que David salta de alegría frente al Arca (2 Sam 6, 14), Juan el Bautista lo hizo en el vientre de su madre cuando llegó María (Lc 1, 44). El Arca, luego del episodio de David, permeneción tres meses en el lugar (2 Sam 6, 11), el mismo tiempo que María permaneció en casa de Isabel (Lc 1, 56).

6.¿Cómo sabemos que efectivamente María fue asunta a los cielos?

Por la tradición de la Iglesia desde los principios del cristianismo. Las tradiciones de la Iglesia se verifican contra la Sagrada Escritura, y en este caso de la Asunción ya sabemos que es consecuencia necesaria de la Biblia.

Que las tradiciones de la Iglesia deben atenderse, es mandato bíblico:
"Por lo tanto, hermanos, manténganse firmes y guarden fielmente las tradiciones que les enseñamos de palabra o por carta." (2 Tes 2, 15) "Les alabo porque me son fieles en todo y conservan las tradiciones tal como yo se las he transmitido" (1 Co 11, 2; ver además Hch 28, 17) Eso por supuesto contradice la típica tesis de los hermanos separados de que la Biblia es la única fuente en los temas de Dios, tesis que no tiene fundamento bíblico alguno. Ave Maria.

Sobre las apariciones de la Virgen

“porque así como hablar imprudente lleva al error, también el silencio imprudente deja en el error a los que tendrían que ser instruidos”. (San Gregorio Magno)
Los católicos se ven con frecuencia enfrentados al fenómeno de las apariciones de la Virgen y a los mensajes a quienes dicen que han podido verla.


En los últimos años estas apariciones han colmado de tal manera el ambiente de algunas iglesias particulares y comunidades, y han llegado a polarizar tanto las devociones, que constituyen una preocupación para pastores y fieles.

¿Cuándo podemos tener una cierta seguridad de que tales mensajes vienen realmente de Maria? 
¿Hay alguna manera de comprobarlo? 
¿Para quienes son esos mensajes?
¿La iglesia puede obligarnos a creer en ellos?

Estas preguntas son tanto más acuciantes cuando el Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica pide a los mismos laicos que aprendan a discernir la seriedad y la validez de estos mensajes, ¿Cómo hacerlo?

Este texto pretende aclarar este panorama, aportando algunas ideas desde el punto de vista de las Sagradas Escrituras que (junto con la Tradición y el Magisterio) constituye la única revelación obligatoria para los cristianos.
UN FENÓMENO ANTIGUO:

De vez en cuando diarios y revistas nos sorprenden con la noticia de que la Virgen María se apareció en alguna parte del mundo y que reveló ciertos mensajes a la persona que tuvo la suerte de verla.
Unos reaccionan de una manera incrédula. Otros admiten el hecho como cierto. Y algunos no solo aceptan estas revelaciones y mensajes sino que los convierten en el centro de su espiritualidad y en motivo de reflexión permanente.

El fenómeno de las apariciones en la historia de la Iglesia se viene dando desde épocas muy antiguas. El primer caso que conocemos ocurrió en el siglo III, y es el de san Gregorio Taumaturgo, obispo de Neocesarea, en Asia Menor (+270), a quien la Virgen se le había presentado para instruirlo y enseñarle algunos misterios de la fe que él ignoraba.
Tres siglo más tarde, el papa san Gregorio Magno (+604) cuenta que María se le apareció a una niña, de noche, para anunciarle su próxima muerte. También de san Martín de Tours (+397) y san Ildefonso de Toledo (+567) se dice que habían experimentado manifestaciones de la Madre de Jesús durante sus vidas.

El caso más impresionante de esta época es el que se cuenta de san Juan Damasceno (+749), a quien la Virgen Maria se le había aparecido para devolverle la mano derecha, cortada por el gobernador de Damasco.
Sin embargo, fue durante la edad media cuando se produjo la verdadera proliferación de visiones y profecías. A lo largo de este tiempo pulularon las predicciones, los videntes, las leyendas de apariciones, los relatos de milagros y las crónicas maravillosas.

Muchas eran exageraciones carentes de valor, y resultaba tan fantasiosas que un teólogo del siglo XIII, el franciscano David de Augsburgo (+1272), se quejaba: “Parece que la revelación de cosas secretas y futuras es cada vez más común y seduce a numerosas personas, que creen que viene del Espíritu Santo lo que en realidad es invento de su propia sugestión, o de una inclinación errónea. Ya estamos cansados de tantas profecías.
A pesar de las voces criticas que se alzaban contra estas visiones, hubo muchas santas en este tiempo cuyas revelaciones ejercieron gran influencia entre la gente. Así, además de santa Juana de Arco (+1431) con sus voces y visiones, fueron muy aceptadas y leídas las profecías de santa Gertrudis (+1302) santa Ángela de Foligno (+1309), santa Catalina de Siena (+1380) y santa Brígida (+1373). Las revelaciones de ésta última fueron de tal trascendencia, que a fines de la Edad Media se las equiparaban casi a las Sagradas Escrituras.

LA DISPUTA ENTRE TEÓLOGOS

En el siglo XVI los abusos relacionados con las apariciones y fenómenos extraordinarios eran realmente numerosos. En muchas partes de Europa brotaban movimientos religiosos fundados en creencias fantásticas e inclinados hacia lo maravilloso, lo extraordinario e incluso lo esotérico. La misma creencia popular llegó a venerar a numerosas místicas, cuyas revelaciones y mensajes eran buscados con avidez y seguidos con especial atención.

Frente a este panorama, los teólogos se dividieron en dos posiciones contrapuestas: unos a favor y otros en contra de la validez de estas revelaciones.

Entre los defensores se hallaba san Ignacio de Loyola (+1556), en cuya vida los fenómenos extraordinarios serán fundamentales. Entre los oponentes, por su parte, hubo grandes místicos de la talla de san Juan de la Cruz (+1591), quien en su célebre libro “Subida al Monte Carmelo” comentaba con severidad:

“Si la fe ya está fundada en Cristo y en el Evangelio en esta era de gracia, no hay para que preguntar más. En Cristo, Dios ya dijo todo lo que tenía que decir. Y si alguien quisiera preguntarle a Dios, o buscara alguna revelación o visión, no solo cometería una necedad sino que ofendería a Dios. Pues Dios le podría responder: Si ya te lo dije todo... en mi Hijo, ¿qué te puedo ahora revelar que sea más que eso? Pon tus ojos en El, porque en El te lo he dicho todo” (Sabiduría del monte Carmelo, Libro II, capitulo 22,5)

En esta misma línea de pensamiento, la genial Teresa de Jesús (+1582) aconsejaba a sus monjas que tenían revelaciones que no hicieran tanto ayuno, y que comieran y durmieran bien, y así dejarían de tener visiones 

(Moradas del Castillo Interior, Morada IV, Capítulo 3, 11-13. Epistolario, Carta 248, a la M. María de San José, en Sevilla, párrafo 9; Carta 143, a la M. María Bautista de Valladolid, párrafo 8)

Ante tantas opiniones encontradas, y como el panorama se mostraba incierto ya que ambas posturas pretendían hacer prevalecer sus argumentos, al Iglesia decidió tratar este asunto en un Concilio, reunido en el año 1512 en la ciudad italiana de Letrán, (V Concilio de Letrán).

El concilio, luego de analizar el tema, se inclinó más bien por el segundo grupo. A fin de frenar los excesos y exageraciones que se daban, estableció que correspondía al Papa decidir si una aparición de la Virgen se consideraba auténtica o no, así como autorizar su culto. Pero si alguna necesidad urgente lo aconsejaba, también podría permitirlo el obispo del lugar.
 (Sess. 11, en Conciliorum Oecumenicorum Decreta, Herder, Bolonia 1973).   

La decisión del concilio logró de algún modo enderezar las desviaciones, y frenar muchos cultos y celebraciones que se realizaban y que nadie había autorizado fuera del propio vidente. Pero no había respondido a la cuestión más importante: ¿qué valor tenía estas revelaciones recibidas por la Iglesia? 
¿Los creyentes estaban obligados a creer en ellas?
Será en cardenal próspero Lambertini, un teólogo excepcional y uno de los hombres más eruditos de su tiempo (más tarde nombrado papa con el nombre de Benedicto XIV), quien dará la respuesta definitiva a este problema. En 1738, dos años antes de ser nombrado pontífice, publicó un voluminoso tratado, titulado “La beatificación de los Siervos de Dios”. En él distinguía dos clases de revelaciones: la revelación pública y la privada.
Según esta distinción, hoy comúnmente aceptada, se llama revelación pública a la que Dios hizo al pueblo de Israel a lo largo de su historia. Comenzó con Abraham (hacia el año 1800 a.C.) y terminó con la muerte de Jesucristo y la de sus apóstoles (alrededor del año 100 d.C.). Es decir, esta revelación duró unos 1900 años, y ya ha concluido. Actualmente esta recogida en la Biblia, y se la considera obligatoria e imprescindible para la vida y la salvación de cualquier creyente cristiano. Por eso se le da el nombre de revelación “pública”. Si uno desconociera estos mensajes, no podría decir seriamente que es cristiano.

Pero aparte de esta revelación, puede suceder que Dios, la Virgen o algún Santo quiera revelarle a un creyente algún mensaje personal. Esta clase de revelación, entonces, se llama revelación “privada”, porque ha sido hecha en el ambiente privado de la persona.

Y aquí viene lo importante. Dice Benedicto XIV en su obra que a las revelaciones privadas “aunque hayan sido aprobadas por la Iglesia, no se les debe atribuir asentimiento obligatorio. Por lo tanto, uno puede rechazarlas y negarse a aceptarlas” 
(Benedicto XIV, Pomt.opt.Max.: Opera Omnia. De Servorum Dei Beatificatione et beatorum Canonizatione, Roma, ed.an, 1842, tomo II, Cáp. XXXII. Cfr. Tomo III, Cáp. LIII. También el papa Pío X asumía y afirmaba esta misma actitud en la encíclica Pascendi, del 8 de septiembre de 1907)

En otras palabras, el papa sostiene que nadie está obligado a creer en ninguna revelación privada de la Virgen, por más seria y venerable que parezca. Y aún cuando alguna devoción fuera aprobada y reconocida por la Iglesia, no por ello los mensajes que la acompañan se convierten en revelación pública, es decir, obligatoria para la fe de los cristianos.

Al llegar al siglo XIX, entramos en la época de las grandes apariciones marianas, cuyas devociones no solo comienzan a ser autorizadas por los obispos locales sino incluso recomendada por los Pontífices.

En 1803, se producen tres manifestaciones de la Virgen a Catalina Labouré, una novicia de 23 años, en París, que dará origen a la devoción de la medalla Milagrosa. Como ella se negó a dar testimonio, estas apariciones nunca fueron aprobadas oficialmente. Pero de un modo tácito fueron aceptadas por la iglesia, y la devoción de la Medalla Milagrosa se difundió por todo el mundo. Los papas Gregorio XVI y Pío IX las usaron.

En 1846, en el pueblito de La Salette (Francia), dos pastorcitos de 11 y 14 años vieron a Nuestra Señora que lloraba, e invitaba a la conversión de los pecadores. En esta visión la Virgen les comunicó un “secreto”

En 1858, ocurrieron 18 apariciones, en el pueblito de Lourdes a Bernardette Soubirous, una adolescente de 14 años.
En 1917, en Fátima a tres pastorcitos de 10, 9 y 8 años se les presentó la Virgen en seis oportunidades, y terminó revelándoles tres mensajes “secretos”.

NO TODO VIENE DE DIOS:

Este es el panorama que encontramos a lo largo de la historia de la Iglesia.
Ahora bien, ¿qué actitud debemos tomar nosotros a un mensaje supuestamente revelado por María? En los casos en que la Iglesia no se pronuncia oficialmente (es decir, el 90% de las veces, ya que conserva sobre ello extrema prudencia), ¿podemos nosotros averiguar si una determinada visión tiene cierta seriedad o es una mera sugestión del vidente?
No solamente podemos, sino que debemos hacerlo. En efecto, el Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica dice con respecto al tema en el Número 67. Aquí pues nos advierte dos cosas:

a)    que no todo lo que dice recibir revelaciones sobrenaturales las recibe realmente, ni todos los mensajes que se anuncian vienen necesariamente de Dios; muchos son producto de la imaginación de tales personas. Por eso advierte que hay que “discernir”, es decir, distinguir entre las que son auténticas y las que no lo son.

b)    Que esta tarea le corresponde a los fieles (guiados por el Magisterio de la Iglesia). Por lo tanto, no debemos esperar que sobre cada mensaje que circula de la Virgen María se pronuncie oficialmente la Jerarquía de la Iglesia, sino que son los laicos quienes deben aprender a diferenciar lo verdadero de lo falso.

Ante este pedido del Nuevo Catecismo, quizá uno se sienta pasmado: ¿cómo discernir? ¿Cómo podemos saber si un mensaje proviene realmente de la Virgen o es una fantasía de quien lo difundió? ¿Existe alguna regla básica que se pueda aplicar? Si existe.
Primero vale la pena aclarar antes tres puntos: 1) La mejor forma de expresar no es “aparición” de la Virgen o algún otro santo, sino la forma correcta de clasificar a este tipo de experiencias es  con el vocablo: “visiones”; 2) La iglesia no oficializa los mensajes sino solo el culto. Y 3) La finalidad de esas visiones es santificar al vidente.
Aclarado estos puntos ahora vayamos a lo que nos concierne: ¿cómo discernir si una revelación es auténtica? ¿Qué característica debe mostrar?

Existe una regla de oro que nos permite darnos cuenta, y a la que por desgracia ni siempre se presta atención. Es la siguiente: UNA REVELACIÓN PRIVADA NUNCA PUEDE CONTRADECIR A LA BIBLIA, ES DECIR, A LA REVELACIÓN PÚBLICA. Por lo tanto, si algún mensaje de la Virgen, de los santos o de quien fuere, contradice lo que enseña la Biblia, no puede jamás venir de Dios, porque Dios no puede contradecirse.

Escrito de Frank Morera

lunes, 31 de julio de 2017

Nuestra salvación se debe a la fe o a las obras...? gracia o mérito?


                    LAS OBRAS Y LA SALVACION 


Uno de los puntos principales de discordia entre Lutero y la Iglesia Católica fue si la salvación es por medio de la Fe o de las Obras, siglos después de separaciones y discusiones sin términos, parece que ambos estaban mas en lo cierto que en disputas, todo depende del enfasis que se puso en realzar algunos de los hechos y textos fundamentales en esta Doctrina al  igual que el lenguaje que se utiliza al explicarla.

Hoy en día hermanos protestantes afirman que la salvación es solamente por Fe (Sola Fides) y que las obras no cuentan para que como dice Pablo "no sea mérito de hombre sino del SEÑOR", otros catolicos desconociendo la Doctrina de la Iglesia arremeten con ulna salvacion basada solo en obras. Todo esto surge de tomar versículos de la Palabra de DIOS y leerlos sin estudiar el contexto donde fueron escritos ni para quién estaban dirigidas. Para comprender la Palabra del SEÑOR no basta tomar un versículo aislado y dar una interpretación de el, hay que leer el capítulo y estudiar de que se esta hablando y a quién, y ver cual es la enseñanza que se quiere dejar, por ejemplo veamos cuando los fariseos reprochaban a JESUS que sus discípulos no ayunan en Lucas 5-34 JESUS contesta "Pueden hacer que los que están de bodas ayunen en tanto que el esposo esté entre ellos? Si se lee este versículo fuera de contexto se puede deducir que CRISTO esta contra el ayuno pero más tarde aclara que "días vendrán en que el esposo no esté y podrán ayunar" y así con la palabra de DIOS , hay que leerla dentro del contexto y la situación.
Primero veamos que es Justificación, es el proceso por el cual el alma es regenerada por la gracia, esto no puede lograrse por medios o esfuerzo del hombre ni por cumplimiento de la Ley, es don gratuito de DIOS . Gracia es la llamada de DIOS al hombre para que se salve, es la amistad de DIOS que genera salvación y es un don concedido mas que merecido, en fin por la Redención CRISTO mereció para nosotros la Gracia Santificante que significa la Salvación realizada por CRISTO sin merecimiento por parte del hombre.

Dice el Catecismo de la Iglesia entre los puntos 1987 y1995 “ La Justificacion es al mismo tiempo acogida de la justicia de Dios por la Fe en Jesucristo, la Justificacion nos fue merecida por la pasion de Cristo que se ofrecio en la Cruz como hostia viva y santa y agradable a Dios y cuya sangre vino a ser instrumento de propiciacion por los pecados de los hombres.Nuestra justificacion es obra de la Gracia de Dios”

La Iglesia proclama que nuestra Justificacion viene de Dios y es un don gratuito que no se compra ni se gana, es pura Gracia, El Concilio de Trento en el año-.1534 en la seccion de los Canones sobre la Justificacion en su Canon 1 dice “ Si alguno dijere que el hombre puede justificase delante de Dios por sus obras que se realizan por las fuerzas de su humana naturaleza o por la doctrina de la Ley, sin la Gracia Divina por Cristo Jesus, SEA ANATEMA (Maldito)”

De donde viene la division? Primeramente vine del maligno, despues de una falta de dialogo muy grande, para poder entender el punto de la Iglesia vamos a hacer una decantacion de dos conceptos, Redencion y Salvacion un poco heterodoxo, pero para su buena comprension.Digamos que:
- Redencion es el proceso por el cual Jesus nos compra a precio de Sangre de las garras del Diablo y nos trae a la vida Trinitaria de Dios
-Salvacion, es el proceso por el cual yo me hago parte o me apropio de esa Redencion.

La Redencion es pura misericordia de Dios, no hay hombre por santo y justo que sea que pueda por sus meritos u obras redimirse, esta redencion solo pudo ser hecha y merecida por el mismo Dios, la Redencion es un acto gratuito de Dios al hombre y solo El la pudo efectuar. La Salvacion es el proceso por el cual yo me agencio esta Redencion, comienza en la Fe (por medio del Bautismo como dice Romanos 6, 3-4 donde somos adoptados por Dios e injetados en la vida de la Gracia) prosigue con mi convercion personal y florece en el ejercicio de las obras buenas que brotan de esta y que son testimonio de  mi vivir en Cristo. Estas Obras son ayuda en el incremento del favor de Dios en mi vida al serle yo agradable y aumenta mi caudal de Salvacion ante el Altisimo.Seria muy injusto (y Dios no lo es) que las Obras malas me destituyeran de la  Salvacion y las buena no ayudaran, esta es pura logica de Dios.


Nuestros hermanos de otras Iglesias que aun persisten en las controvercias doctrinales nos bombardean continuamente con el Versiculo de San Pablo donde se dice “que las Obras no sirven”Cuando San Pablo habla de que las obras no sirven para nada se esta refiriendo como en Romanos 3, 27 -28 a las obras DE LA LEY JUDIA, los judios pensaban que ellos eran agradables a Dios y obtenian su favor por las cosas que hacian y que les indicaba la Ley, tal como los baños rituales, el labado de objetos, etc, San Pablo le dice a los fieles que nuestra salvacion NO viene de eso que hacemos, sino de lo que creemos pues esta ya se logro en Cristo, ademas esta forma de pensar llevaba al fariseismo y pensasr  “en lo bueno que soy yo” actitud que aun hoy es un peligro espiritual. No hay que confundir, San Pablo, el  apostol que escribio en I Corintios 13 el hermoso Himno a la Caridad no puede menospreciar las obras que nacen de la convercion ....”Aunque tenga Fe como para mover montaña y no tengo Caridad, no soy nada”   

El gran peligro de nuestros hermanos de otras Iglesias es que miran a Pablo desligado de Cristo o miran a Cristo a traves de San Pablo, gran error! , hay que mirar a Pablo  a traves de la Doctrina de Cristo y asi se puede entender en su correcto sentido lo que dice el Apostol


Ahora bien la iglesia ha proclamado por siglos que la salvación es don de CRISTO y se obtiene por Fe pero que una vez Justificada el alma el hombre puede acrecentar la santidad por las obras o perderla por la falta de las mismas, es sencillo si leemos:

Galatas 5-4
4 Vacíos sois de CRISTO los que por la ley os justificáis;
de la gracia habéis caído

el hombre puede perder la gracia si se rige solo por la Ley y puede perder su salvación si esta fe no va acompañada de buenas obras como por ejemplo veamos a:

Mateo 25, 31-45
31 Y cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos
los santos ángeles con el , entonces se sentará sobre el trono
de su gloria 32 Y serán reunidas delante de El todas las gentes:
y los apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las
ovejas de los cabritos 33 Y pondrá las ovejas a su derecha, y
los cabritos a la izquierda 34 Entonces el Rey dirá a los que
estarán a su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el
reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo;
35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed y me
disteis de beber; fui huésped y me recogisteis; 36 Desnudo,
y me cubrísteis; enfermo y me visitásteis; estuve en la cárcel y
vinisteis a mi. 37 Entonces los justos le responderán, diciendo:
Señor, Cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos?
O sediento, y te dimos de beber? 38 Y cuándo te vimos
huésped y te recogimos? O desnudo y te cubrimos? 39
O cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y vinimos
a ti? 40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo
que en cuando lo hicisteis a uno de estos mis hermanos
pequeños a mi lo hicisteis. 41 Entonces dirá también a los
que estarán a la izquierda: Apartaos de mi, malditos,
al fuego eterno preparado para el diablo y para sus
ángeles: 42 Porque tuve hambre y no me disteis de comer,
tuve sed, y no me disteis de beber, 43 Fui huésped y
no me recogisteis, desnudo y no me cubristeis;
enfermo y en la cárcel y no me visitasteis 44 Entonces
también ellos le responderán diciendo: Señor cuándo
te vimos hambriento o sediento o huésped o desnudo o
enfermo o en la cárcel y no te servimos? 45Entonces les
responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto
no lo hicisteis a uno de estos pequeños, ni a mi lo hicisteis
46 E irán estos al tormento eterno, y los justos a la vida eterna.


En este capítulo vemos claramente como el SEÑOR hablo claro respecto del fin y del juicio, como el hombre va ha ser juzgado por sus obras la cual como dice Santiago son índice de su Fe, pues una Fe sin obras es Fe muerta, Es curioso este Evangelio donde Jesus reconoce a sus herederos no por lo que sintieron o dijeron, sino por lo que hicieron, cuando das frutos de buenas obras te asemejas a Dios y este se reconoce en ti y ve el fruto de su Redencion actuando en tu vida. En este Evangelio inclusive hay hombres que son llamados al Reino sin saber que las obras que hacian eran al mismo Señor…Misterio de la Redencion y de la Gracia…. 



Marcos 8:34-38
34 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere
venir en pos de mi, niéguese a si mismo y tome su cruz,
y sígame 35 Porque cualquiera que quisiere salvar su vida,
la perderá, y cualquiera que perdiere su vida por causa
de mi, la hallará. 36 Porque de qué aprovecha al hombre
si granjeare todo el mundo y perdiere su alma? O qué
recompensa dará el hombre por su alma? 37 Porque
el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con
sus ángeles y entonces pagará a cada uno conforme a
sus obras. 38 De cierto os digo: hay algunos de los que están
aquí que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto
al Hijo del hombre viniendo en su reino.


En este Capítulo JESUS afirma que va a pagar a cada cual según sus obras y es sencillo, desde el momento en que el hombre acepta a JESUS como salvador por Fe, esta le da la Salvación; pero ha sido una decisión del hombre aceptarla, la salvación estaba ahí pues se mereció por el sacrificio de CRISTO en la cruz; pero la aceptación de esta es un movimiento libre de la voluntad del hombre o sea una obra, si el hombre puede perder la salvación por el pecado (que es obra del hombre) bien puede acrecentar esta por obras buenas no para que se gloríe el hombre sino porque esta fe fructifica y como dijo JESUS "por sus obras los conoceréis" veamos:


Mateo 19:16
16Y he aquí, uno llegándose le dijo: Maestro bueno, que
bien haré para tener la vida eterna? 17 Y el le dijo:
Por que me llamas bueno? Ninguno es bueno sino uno, es
a saber, DIOS : y si quieres entrar en la vida, guarda los
mandamientos. 18 Dícele : Cuáles? Y Jesús dijo: No
matarás: No adulterarás: No hurtarás: No dirás falso
testimonio: 19 Honra a tu padre y a tu madre: y, Amarás a
tu prójimo como a ti mismo.
20 Dícele el mancebo: Todo esto guardé desde mi juventud:
qué mas falta? 21 Dícele Jesús: Si quieres ser perfecto,
anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y
tendrás tesoro en el cielo, y ven, sígueme.
22 Y oyendo el mancebo esta palabra, se fue triste, porque
tenía muchas posesiones 23 Entonces Jesús dijo a sus
discípulos: De cierto os digo, que un rico difícilmente
entrará en el reino de los cielos.

El joven rico era un hombre de Fe que vivía de acuerdo a la Ley de DIOS ; pero le faltaban las obras, darlo todo a los pobres, y JESUS le dice que si hace esto tendrá un tesoro en el cielo OJO no en la tierra, en el cielo, luego JESUS dice que es difícil para un rico entrar al cielo o sea salvarse porque casi siempre va acompañado de la avaricia. Veamos otro pasaje donde el Apostol habla de la importancia de las Obras:

Romanos 2, 1-6
1Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, cualquiera que
juzgas: porque en lo que juzgas a otro, te condenas a ti
mismo: porque lo mismo haces, tu que juzgas. 2 Mas
sabemos que el juicio de DIOS es según verdad contra los
que hacen tales 3 Y piensa esto, oh hombre, que juzgas a los
que hacen tales cosas, y haces las mismas, que tu escaparás
del juicio de DIOS ? 4 O menosprecias las riquezas de su
benignidad, y paciencia, y longanimidad, ignorando que
su benignidad te guía a arrepentimiento? 5 Mas por tu dureza,
y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira
para el día de la ira y de la manifestación del justo juicio
de DIOS ; 6 El cual pagará a cada uno conforme a sus obras
7A los que perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra
e inmortalidad, la vida eterna




Vemos en Lucas 19, 8,9 como Zaqueo al convertirse entregó la mitad de sus bienes a los pobres y JESUS exclamó " Hoy ha entrado la salvación a esta casa " o sea Zaqueo fue salvo por que su Fe la demostró con las obras.

Zaqueo puesto de pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes
doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno lo
vuelvo con el cuatro tanto. 9 Y Jesús le dijo: Hoy ha venido
la salvación a esta casa: por cuanto el también es Hijo de Abraham



Veamos otro pasaje del Evangelio donde se nos habla de la importancia de las Obras:

9 Y yo os digo: Haceos amigos de las riquezas de
maldad, para que cuando faltareis, os reciban
en las moradas eternas


En Lucas 16,9 JESUS pone de ejemplo a un mayordomo infiel que hizo arreglos para ser justificado delante de su amo con las deudas de los demás y JESUS terminando la parábola nos dice que hagamos el bien con nuestras limitaciones para que obtengamos la gloria.


Veamos este otro pasaje de los consejos de San Pablo a Timoteo:

16 Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina;
persiste en ello; pues haciendo esto, a ti mismo
salvarás y a los que te oyeren


El apóstol Pablo en su Primera epístola a Timoteo capitulo 4, 16  le dice a su discípulo que cuide de si y de la doctrina para que se SALVE y salve a otros porque el hombre va ha ser juzgado por la responsabilidad que tenemos sobre la salvación de otros, la salvación es individual y a la vez colectiva pues somos responsables de aquellos que se nos han sido encomendado.

Veamos la gran importancia que le dan  I Apocalipsis 20  y II Corintios a las Obras y el juicio:



 Apocalipsis 20
12 Y vi los muertos, grandes y pequeños, que estaban
delante de DIOS ; y los libros fueron abiertos; y otro
libro fue abierto el cual es de la vida ; y fueron juzgados
los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros,
según sus obras 13 Y el mar dio los muertos que estaban
en el; y la muerte y el infierno dieron los muertos que
estaban en ellos, y fue hecho juicio de cada uno
según sus obras.
y
8 Más confiamos y más quisiéramos partir del cuerpo,
y estar presentes al Señor 9 Por tanto procuramos
también, o ausentes, o presentes, serle agradable
10 Porque es menester que todos nosotros parezcamos
ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba
según lo que hubiere hecho por medio del cuerpo,
ora sea bueno o malo.

Según vemos en 2 Corintios y Apocalipsis 20 el juicio de DIOS va ha ser sobre las obras que el hombre ha hecho, muchos hermanos protestantes dirán que Pablo en muchas ocasiones dice que la salvación viene por Fe y no por obras para que el hombre no se envanezca y es cierto puesto que la Palabra de DIOS no se puede contradecir y en esto la iglesia ha sido clara la salvación viene de DIOS por el sacrificio de su Hijo JESUCRISTO en la cruz y es dada al hombre por Fe aún sin merecerlo; pero esta Fe si es sincera se transforma en obras hacia los demás o sea en caridad sin la cual nada es perfecto y por estas obras va a juzgar el SEÑOR, cuando venga con gloria pues como dice su palabra" no todo el que dice Señor, Señor entrara en el Reino de los Cielos". Dice el apóstol Santiago en su carta Capitulo 2 Versículo 14:


Santiago 2:14
14Hermanos míos, que aprovechará si alguno
dice que tiene fe, y no tiene obras? Podrá la fe
salvarle? 15Y si el hermano o la hermana están
desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de
cada día 16Y alguno de vosotros les dice: Id en
paz, calentaos y hartaos; pero no les diereis las cosas
que son necesarias para el cuerpo, qué aprovecharáa?
17Asi también la fe, si no tuviere obras, es muerta
en si misma 18Pero alguno dirá: Tu tienes fe,
y yo tengo obras: muéstrame tu fe sin tus obras,
y yo te mostraré mi fe por mis obras 19Tu crees
que DIOS es uno; bien haces: también los demonios
creen, y tiemblan. 20Mas quieres saber, hombre
vano, que la fe sin obras es muerta? 21No fue justificado
por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció
a su hijo Isaac sobre el altar? 22No ves que la fe obró
con sus obras, y que la fe fue perfecta por las obras?
23Y fue cumplida la Escritura que dice: Abraham creyó a
DIOS y le fue imputado a justicia y fue llamado amigo
de DIOS 24Vosotros veis, pues, que el hombre es
justificado por las obras, y no solamente por la fe
25Asimismo también Rahab la ramera, no fue
justificada por obras, cuando recibió los mensajeros, y
los echó fuera por otro camino? 26Porque como el
cuerpo sin espíritu está muerto, así también la
fe sin obras es muerta

Santiago nos aclara la función de la Fe y las obras, Fe sin obras no existe pues es Fe muerta y las obras son testimonio de la Fe, "todo árbol sin frutos será cortado y echado al fuego", CRISTO Justifica y salva; pero también juzga al hombre por la Fe a través de sus obras, porque los demonios creen y tiemblan y no por esto son salvos.
En fin hermanos, la Salvación es por el camino estrecho, con trabajos, no es una salvación de Burger King, de hacer una oracioncita y ser salvo ,el que predique una salvación fácil no ha leído el Evangelio ni conoce el Espíritu de estos, es un fatuo que lleva a sus ovejas al despeñadero, la Redencion es un Don merecido por Dios la posibilidad de Salvarme que comienza en la Gracia y sigue en la Fe es un don gratuito de Dios, pero el hombre responde a esa Redencion y a esa salvacion por las obras de amor que nos asemeja al dulce Jesus , Jesus no hablo de Teologias en su vida mesianica, hablo de amor incondicional, de hermosas relaciones humanas, cosas todas que nos asemejan a El. El camino de la Salvacion es estrecho, y amplio el que conduce a la perdición. Dios les bendiga.

A Continuaion les ofrecemos la Declaracion conjunta firmada por la Iglesia Catolica y por la Federacion Mundial Luterana donde se confiesa nuestra conformidad en la Doctrina de la Justificacion  y de la Salvacion, piedra de divicion de ambas Iglesias en la Reforma, ha terminado un largo capitulo de incomprenciones, sigamos orando para que un dia seamos uno y digno Cuerpor de Cristo el Cordero.Amen+



DECLARACION CONJUNTA SOBRE LA DOCTRINA DE LA JUSTIFICACION
FEDERACION LUTERANA MUNDIAL CONSEJO PONTIFICIO PARA LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

Un documento histórico «Podemos alegrarnos por este importante logro ecuménico». Con estas palabras Juan Pablo II comentó el 28 de junio la «Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación» firmada por la Santa Sede y la Federación Luterana Mundial. Se trata de un documento que quiere poner fin a condenas históricas entre las dos confesiones cristianas. El pontífice reconoció que, «si bien la Declaración no resuelve todas las cuestiones relativas a la doctrina de la justificación, expresa un consenso en verdades fundamentales de tal doctrina». Al final del documento publicamos las aclaraciones que ilustró el cardenal el cardenal Edward I. Cassidy, prefecto del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, al presentar oficialmente la Declaración conjunta.

DECLARACION CONJUNTA SOBRE LA DOCTRINA DE LA JUSTIFICACION
(Propuesta definitiva)
FEDERACION LUTERANA MUNDIAL CONSEJO PONTIFICIO PARA LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS
Preámbulo
1. La doctrina de la justificación tuvo una importancia capital para la reforma luterana del siglo XVI. De hecho, sería el «artículo primero y principal» (1), a la vez «rector y juez de las demás doctrinas cristianas» (2). La versión entonces fue sostenida y defendida en particular por su singular apreciación contra la teología y la iglesia católicas romanas de la época que, a su vez, sostenían y defendían una doctrina de la justificación de otra índole. Desde la perspectiva de la Reforma, la justificación era la raíz de todos los conflictos, y tanto en las Confesiones luteranas (3) como en el Concilio de Trento de la Iglesia católica romana hubo condenas de una y otra doctrinas. Esta últimas siguen vigentes, provocando divisiones dentro de la Iglesia.
2. Para la tradición luterana, la doctrina de la justificación conserva esa condición particular. De ahí que desde un principio, ocupara un lugar preponderante en el diálogo oficial luterano-católico romano.
3. Al respecto, les remitimos a los informes «The Gospel and the Church» (1972) (4) y «Church and Justification» (1994) (5) de la Comisión luterano-católica romana; «Justificación by Faith» (1983) (6) del Diálogo luterano-católico romano de los Estados Unidos y «The Condemnations of the Reformation Era - Do They Still Divide?» (1986) (7) del Grupo de trabajo ecuménico de teólogos protestantes y católicos de Alemania. Las iglesias han acogido oficialmente algunos de estos informes de los diálogos; ejemplo importante de esta acogida es la respuesta vinculante que en 1994 dio la Iglesia Evangélica Unida de Alemania al estudio «Condemnations» al más alto nivel posible de reconocimiento eclesiástico, junto con las demás iglesias de la Iglesia evangélica de Alemania (8).
4. Respecto a los debates sobre la doctrina de la justificación, tanto enfoques y conclusiones de los informes de los diálogos como las respuestas trasuntan un alto grado de acuerdo. Por lo tanto, ha llegado la hora de hacer acopio de los resultados de los diálogos sobre esta doctrina y resumirlos para informar a nuestras iglesias acerca de los mismos a efectos de que puedan tomar las consiguientes decisiones vinculantes.
5. Una de las finalidades de la presente Declaración conjunta es demostrar que a partir de este diálogo, las iglesias luterana y católica romana (9) se encuentran en posición de articular una interpretación común de nuestra justificación por la gracia de Dios mediante la fe en Cristo. Cabe señalar que no engloba todo lo que una y otra iglesia enseñan acerca de la justificación, limitándose a recoger el consenso sobre las verdades básicas de dicha doctrina y demostrando que las diferencias subsistentes en cuanto a su explicación, ya no dan lugar a condenas doctrinales.
6. Nuestra declaración no es un planteamiento nuevo o independiente de los informes de los diálogos y demás documentos publicados hasta la fecha; tampoco los sustituye. Más bien, tal y como lo demuestra la lista de fuentes que figura en el anexo, se nutre de los mismos y de los argumentos expuestos en ellos.
7. Al igual que los diálogos en sí, la presente Declaración conjunta se funda en la convicción de que al superar las cuestiones controvertidas y las condenas doctrinales de otrora, las iglesias no toman estas últimas a la ligera y reniegan su propio pasado. Por el contrario, la declaración está impregnada de la convicción de que en sus respectivas historias, nuestras iglesias han llegado a nuevos puntos de vista. Hubo hechos que no solo abrieron el camino sino que también exigieron que las iglesias examinaran con nuevos ojos aquellas condenas y cuestiones que eran fuente de división.
1. EL MENSAJE BIBLICO DE LA JUSTIFICACION
8. Nuestra escucha común de la palabra de Dios en las Escrituras ha dado lugar a nuevos enfoques. Juntos oímos lo que dice el Evangelio: «De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda sino que tenga vida eterna» (San Juan 3, 16). Esta buena nueva se plantea de diversas maneras en las Sagradas Escrituras. En el Antiguo Testamento escuchamos la palabra de Dios acerca del pecado (Sal 51, 1-1; Dn 9, 5 y ss; Ec 8, 9 y ss; Esd 9;6 y ss) y la desobediencia humanos (Gn 3, 1-19 y Neh 9, 16-26), así como la «justicia» (Is 46, 13; 51, 5-8; 56, 1; cf. 53, 11; Jer 9, 24) y el «juicio» de Dios (Ec 12, 14; Sal 9,5 y ss; y 76, 7-9).
9. En el Nuevo Testamento se alude de diversas maneras a la «justicia» y la «justificación» en los escritos de San Mateo (5,10; 6, 33 y 21, 32), San Juan (16, 8-11); Hebreos (5, 1-3 y 10, 37-38), y Santiago (2, 14-26) (10). En las epístolas de San Pablo también se describe de varias maneras el don de la salvación, entre ellas: «Estad pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres» (Gá 5, 1-13, cf. Ro 5, 11); «tenemos paz para con Dios» (Ro 6, 11-23) y «santificados en Cristo Jesús» (1 Co 1, 2 y 1, 31; 2 Co 1, 1). A la cabeza de todas ellas está la «justificación» del pecado de los seres humanos por la gracia de Dios por medio de la fe (Ro 3, 23-25) que cobró singular relevancia en el período de la Reforma.
10. San Pablo asevera que el Evangelio es poder de Dios para la salvación de quien ha sucumbido al pecado; mensaje que proclama que «la justicia de Dios se revela por fe y para fe» (Ro 1, 16-17) y ello concede la «justificación» (Ro 3, 21-31). Proclama a Jesucristo «nuestra justificación» (1 Co 1, 30) atribuyendo al Señor resucitado lo que Jeremías proclama de Dios mismo (23, 6). En la muerte y resurrección de Cristo están arraigadas todas las dimensiones de su labor redentora porque él es «Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación» (Ro 4, 25). Todo ser humano tiene necesidad de la justicia de Dios «por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios» (Ro 1, 18; 2, 23 3, 22; 11, 32 y Gá 3, 22). En Gálatas 3, 6 y Romanos 4, 3-9, San Pablo entiende que la fe de Abraham (Gn 15, 6) es fe en un Dios que justifica al pecador y recurre al testimonio del Antiguo Testamento para apuntalar su prédica de que la justicia le será reconocida a todo aquel que, como Abraham, crea en la promesa de Dios. «Mas el justo por la fe vivirá» (Ro 1, 17 y Hab 2, 4, cf. Gá 3, 11). En las epístolas de San Pablo, la justicia de Dios también es poder para aquellos que tienen fe (Ro 1, 17 y 2 Co 5, 21). Él hace de Cristo justicia de Dios para el creyente (2 Co 5, 21). La justificación nos llega a través de Cristo Jesús «a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre» (Ro 3, 2, véase 3, 21-28). «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras...» (Ef 2, 8-9).
11. La justificación es perdón de los pecados (cf. Ro 3, 23-25; Hechos 13, 39 y San Lucas 18, 14), liberación del dominio del pecado y la muerte (Ro 5, 12-21) y de la maldición de la ley (Gá 3, 10-14) y aceptación de la comunión con Dios: ya pero no todavía plenamente en el reino de Dios a venir (Ro 5, 12). Ella nos une a Cristo, a su muerte y resurrección (Ro 6, 5). Se opera cuando acogemos al Espíritu Santo en el bautismo, incorporándonos al cuerpo que es uno (Ro 8, 1-2 y 9-11; y 1 Co 12, 12-13). Todo ello proviene solo de Dios, por la gloria de Cristo y por gracia mediante la fe en «el Evangelio del Hijo de Dios» (Ro 1, 1-3).
12. Los justos viven por la fe que dimana de la palabra de Cristo (Ro 10, 17) y que obra por el amor (Gá 5, 6), que es fruto del Espíritu (Gá 5, 22) pero como los justos son asediados desde dentro y desde fuera por poderes y deseos (Ro 8, 35-39 y Gá 5, 16-21) y sucumben al pecado (1 Jn 1, 8 y 10) deben escuchar una y otra vez las promesas de Dios y confesar sus pecados (1 Jn 1, 9), participar en el cuerpo y en la sangre de Cristo y ser exhortados a vivir con justicia, conforme a la voluntad de Dios. De ahí que el Apóstol diga a los justos «...ocupaos en vuestra salvación por temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad» (Flp 2, 12-13). Pero ello no invalida la buena nueva: «Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús» (Ro 8, 1) y en quienes Cristo vive (Gá 2, 20). Por la justicia de Cristo «vino a todos los hombres la justificación que produce vida» (Ro 5, 18).
2. LA DOCTRINA DE LA JUSTIFICACION EN CUANTO PROBLEMA ECUMENICO
13. En el siglo XVI, las divergencias en cuanto a la interpretación y aplicación del mensaje bíblico de la justificación no solo fueron la causa principal de la división de la iglesia occidental, también dieron lugar a las condenas doctrinales. Por lo tanto, una interpretación común de la justificación es indispensable para acabar con esa división. Mediante el enfoque apropiado de estudios bíblicos recientes y recurriendo a métodos modernos de investigación sobre la historia de la teología y los dogmas, el diálogo ecuménico entablado después del Concilio Vaticano II ha permitido llegar a una convergencia notable respecto a la justificación, cuyo fruto es la presente Declaración conjunta que recoge el consenso sobre los planteamientos básicos de la doctrina de la justificación. A la luz de dicho consenso, las respectivas condenas doctrinales del siglo XVI ya no se aplican a los interlocutores de nuestros días.
3. LA INTERPRETACION COMUN DE LA JUSTIFICACION
14. Las iglesias luterana y católica romana han escuchado juntas la buena nueva proclamada en la Sagradas Escrituras. Esta escucha común, junto con las conversaciones teológicas mantenidas en estos últimos años, forjaron una interpretación de la justificación que ambas comparten. Dicha interpretación engloba un consenso sobre los planteamientos básicos que, aun cuando difieran, las explicaciones de las respectivas declaraciones no contradicen.
15. En la fe, juntos tenemos la convicción de que la justificación es obra del Dios trino. El Padre envió a su Hijo al mundo para salvar a los pecadores. Fundamento y postulado de la justificación es la encarnación, muerte y resurrección de Cristo. Por lo tanto, la justificación significa que Cristo es justicia nuestra, en la cual compartimos mediante el Espíritu Santo, conforme con la voluntad del Padre. Juntos confesamos: «Sólo por gracia mediante la fe en Cristo y su obra salvífica y no por algún mérito nuestro, somos aceptados por Dios y recibimos el Espíritu Santo que renueva nuestros corazones, capacitándonos y llamándonos a buenas obras» (11).
16. Todos los seres humanos somos llamados por Dios a la salvación en Cristo. Sólo a través de Él somos justificados cuando recibimos esta salvación en fe. La fe es en sí don de Dios mediante el Espíritu Santo que opera en palabra y sacramento en la comunidad de creyente y que, a la vez, les conduce a la renovación de su vida que Dios habrá de consumar en la vida eterna.
17. También compartimos la convicción de que el mensaje de la justificación nos orienta sobre todo hacia el corazón del testimonio del Nuevo Testamento sobre la acción redentora de Dios en Cristo: nos dice que en cuanto pecadores nuestra nueva vida obedece únicamente al perdón y la misericordia renovadora que de Dios imparte como un don y nosotros recibimos en la fe y nunca por mérito propio cualquiera que éste sea.
18. Por consiguiente, la doctrina de la justificación que recoge y explica este mensaje es algo más que un elemento de la doctrina cristiana y establece un vínculo esencial entre todos los postulados de la fe que han de considerarse internamente relacionados entre sí. Constituye un criterio indispensable que sirve constantemente para orientar hacia Cristo el magisterio y la práctica de nuestras iglesias. Cuando los luteranos resaltan el significado sin parangón de este criterio, no niegan la interrelación y el significado de todos los postulados de la fe. Cuando los católicos se ven ligados por varios criterios, tampoco niegan la función peculiar del mensaje de la justificación. Luteranos y católicos compartimos la meta de confesar a Cristo en quien debemos creer primordialmente por ser el solo mediador (1 Ti 2, 5-6) a través de quien Dios se da a sí mismo en el Espíritu Santo y prodiga sus dones renovadores.
4. EXPLICACION DE LA INTERPRETACION COMUN DE LA JUSTIFICACION
4.1. La impotencia y el pecado humanos respecto a la justificación
19. Juntos confesamos que en lo que atañe a su salvación, el ser humano depende enteramente de la gracia redentora de Dios. La libertad de la cual dispone respecto a las personas y a las cosas de este mundo no es tal respecto a la salvación porque por ser pecador depende del juicio de Dios y es incapaz de volverse hacia él en busca de redención, de merecer su justificación ante Dios o de acceder a la salvación por sus propios medios. La justificación es obra de la sola gracia de Dios. Puesto que católicos y luteranos lo confesamos juntos, es válido decir que:
20. Cuando los católicos afirman que el ser humano «coopera», aceptando la acción justificadora de Dios, consideran que esa aceptación personal es en sí un fruto de la gracia y no una acción que dimana de la innata capacidad humana.
21. Según la enseñanza luterana, el ser humano es incapaz de contribuir a su salvación porque en cuanto pecador se opone activamente a Dios y a su acción redentora. Los luteranos no niegan que una persona pueda rechazar la obra de la gracia, pero aseveran que sólo puede recibir la justificación 'pasivamente', lo que excluye toda posibilidad de contribuir a la propia justificación de negar que el creyente participa plena y personalmente en su fe, que se realiza por la Palabra de Dios.
4.2. La justificación en cuanto perdón del pecado y fuente de justicia
22. Juntos confesamos que la gracia de Dios perdona el pecado del ser humano y, a la vez, lo libera del poder avasallador del pecado, confiriéndole el don de una nueva vida en Cristo. Cuando los seres humanos comparten en Cristo por fe, Dios ya no les imputa sus pecados y mediante el Espíritu Santo les transmite un amor activo. Estos dos elementos del obrar de la gracia de Dios no han de separarse porque los seres humanos están unidos por la fe en Cristo que personifica nuestra justificación (1 Co 1, 30), perdón del pecado y presencia redentora de Dios. Puesto que católicos y luteranos lo confesamos juntos, es válido decir que:
23. Cuando los luteranos ponen el énfasis en que la justicia de Cristo es justicia nuestra, por ello entienden insistir sobre todo en que la justicia ante Dios en Cristo le es garantizada al pecador mediante la declaración de perdón y tan sólo en la unión con Cristo su vida es renovada. Cuando subrayan que la gracia de Dios es amor redentor («el favor de Dios») (12) no por ello niegan la renovación de la vida del cristiano. Más bien quieren decir que la justificación está exenta de la cooperación humana y no depende de los efectos renovadores de vida que surte la gracia en el ser humano.
24. Cuando los católicos hacen hincapié en la renovación de la persona desde dentro al aceptar la gracia impartida al creyente como un don (13), quieren insistir en que la gracia del perdón de Dios siempre conlleva un don de vida nueva que en el Espíritu Santo, se convierte en verdadero amor activo. Por lo tanto, no niegan que el don de la gracia de Dios en la justificación sea independiente de la cooperación humana.
4.3. Justificación por fe y por gracia
25. Juntos confesamos que el pecador es justificado por la fe en la acción salvífica de Dios en Cristo. Por obra del Espíritu Santo en el bautismo, se le concede el don de salvación que sienta las bases de la vida cristiana en su conjunto. Confían en la promesa de la gracia divina por la fe justificadora que es esperanza en Dios y amor por él. Dicha fe es activa en el amor y, entonces, el cristiano no puede ni debe quedarse sin obras, pero todo lo que en el ser humano antecede o sucede al libre don de la fe no es motivo de justificación ni la merece.
26. Según la interpretación luterana, el pecador es justificado sólo por la fe ('sola fide'). Por fe pone su plena confianza en el Creador y Redentor con quien vive en comunión. Dios mismo insufla esa fe, generando tal confianza en su palabra creativa. Porque la obra de Dios es una nueva creación, incide en todas las dimensiones del ser humano, conduciéndolo a una vida de amor y esperanza. En la doctrina de la «justificación por la sola fe» se hace una distinción entre la justificación propiamente dicha y la renovación de la vida que forzosamente proviene de la justificación, sin la cual no existe la fe, pero ello no significa que se separen una y otra. Por consiguiente, se da el fundamento de la renovación de la vida que proviene del amor que Dios otorga al ser humano en la justificación. Justificación y renovación son una en Cristo quien está presente en la fe.
27. En la interpretación católica también se considera que la fe es fundamental en la justificación. Porque sin fe no puede haber justificación. El ser humano es justificado mediante el bautismo en cuanto oyente y creyente de la palabra. La justificación del pecador es perdón de los pecados y volverse justo por la gracia justificadora que nos hace hijos de Dios. En la justificación, el justo recibe de Cristo la fe, la esperanza y el amor, que lo incorporan a la comunión con él (14). Esta nueva relación personal con Dios se funda totalmente en la gracia y depende constantemente de la obra salvífica y creativa de Dios misericordioso que es fiel a sí mismo para que se pueda confiar en él. De ahí que la gracia justificadora no sea nunca una posesión humana a la que se puede apelar ante Dios. La enseñanza católica pone el énfasis en la renovación de la vida por la gracia justificadora; esta renovación en la fe, la esperanza y el amor siempre depende de la gracia insondable de Dios y no contribuye en nada a la justificación de la cual se podría hacer alarde ante Él (Ro 3, 27).
4.4. El pecador justificado
28. Juntos confesamos que en el bautismo, el Espíritu Santo nos hace uno en Cristo, justifica y renueva verdaderamente al ser humano, pero el justificado, a lo largo de toda su vida, debe acudir constantemente a la gracia incondicional y justificadora de Dios. Por estar expuesto, también constantemente, al poder del pecado y a sus ataques apremiantes (cf. Ro 6, 12-14), el ser humano no está eximido de luchar durante toda su vida con la oposición a Dios y la codicia egoísta del viejo Adán (cf. Gá 5, 16 y Ro 7, 7-10). Asimismo, el justificado debe pedir perdón a Dios todos los días, como en el Padrenuestro (Mt 6, 12 y 1 Jn 1, 9), y es el llamado incesantemente a la conversión y la penitencia, y perdonado una y otra vez.
29. Los luteranos entienden que ser cristiano es ser «al mismo tiempo justo y pecador». El creyente es plenamente justo porque Dios le perdona sus pecados mediante la Palabra y el Sacramento, y le concede la justicia de Cristo que él hace suya en la fe. En Cristo, el creyente se vuelve justo ante Dios pero viéndose a sí mismo, reconoce que también sigue siendo totalmente pecador; el pecado sigue viviendo en él (1 Jn 1, 8 y Ro 7, 17-20), porque se torna una y otra vez hacia falsos dioses y no ama a Dios con ese amor íntegro que debería profesar a su Creador (Dt 6, 5 y Mt 22, 36-40). Esta oposición a Dios es en sí un verdadero pecado pero su poder avasallador se quebranta por mérito de Cristo y ya no domina al cristiano porque es dominado por Cristo a quien el justificado está unido por la fe. En esta vida, entonces, el cristiano puede llevar una existencia medianamente justa. A pesar del pecado, el cristiano ya no está separado de Dios porque renace en el diario retorno al bautismo, y a quien ha renacido por el bautismo y el Espíritu Santo, se le perdona ese pecado. De ahí que el pecado ya no conduzca a la condenación y la muerte eterna (15). Por lo tanto, cuando los luteranos dicen que el justificado es también pecador y que su oposición a Dios es un pecado en sí, no niegan que, a pesar de ese pecado, no sean separados de Dios y que dicho pecado sea un pecado «dominado». En estas afirmaciones coinciden con los católicos romanos, a pesar de la diferencia de interpretación del pecado en el justificado.
30. Los católicos mantienen que la gracia impartida por Jesucristo en el bautismo lava de todo aquello que es pecado «propiamente dicho» y que es pasible de «condenación» (Ro 8, 1) (16). Pero de todos modos, en el ser humano queda una propensión (concupiscencia) que proviene del pecado y compele al pecado. Dado que según la convicción católica, el pecado siempre entraña un elemento personal y dado que este elemento no interviene en dicha propensión, los católicos no la consideran pecado propiamente dicho. Por lo tanto, no niegan que esta propensión no corresponda al designio inicial de Dios para la humanidad ni que esté en contradicción con Él y sea un enemigo que hay que combatir a lo largo de toda la vida. Agradecidos por la redención en Cristo, subrayan que esta propensión que se opone a Dios no merece el castigo de la muerte eterna ni aparta de Dios al justificado. Ahora bien, una vez que el ser humano se aparta de Dios por voluntad propia, no basta con que vuelva a observar los mandamientos ya que debe recibir perdón y paz en el Sacramento de la Reconciliación mediante la palabra de perdón que le es dado en virtud de la labor reconciliadora de Dios en Cristo.
4. 5 Ley y Evangelio
31. Juntos confesamos que el ser humano es justificado por la fe en el Evangelio «sin las obras de la Ley» (Ro 3, 28). Cristo cumplió con ella y, por su muerte y resurrección, la superó cuanto medio de salvación. Asimismo, confesamos que los mandamientos de Dios conservan toda su validez para el justificado y que Cristo, mediante su magisterio y ejemplo, expresó la voluntad de Dios que también es norma de conducta para el justificado.
32. Los luteranos declaran que para comprender la justificación es preciso hacer una distinción y establecer un orden entre ley y Evangelio. En teología, ley significa demanda y acusación. Por ser pecadores, a lo largo de la vida de todos los seres humanos, cristianos incluidos, pesa esta acusación que revela su pecado para que mediante la fe en el Evangelio se encomienden sin reservas a la misericordia de Dios en Cristo que es la única que los justifica.
33. Puesto que la ley en cuanto medio de salvación fue cumplida y superada a través del Evangelio, los católicos pueden decir que Cristo no es un «legislador» como lo fue Moisés. Cuando los católicos hacen hincapié en que el justo está obligado a observar los mandamientos de Dios, no por ello niegan que mediante Jesucristo, Dios ha prometido misericordiosamente a sus hijos, la gracia de la vida eterna (18).
4. 6 Certeza de salvación
34. Juntos confesamos que el creyente puede confiar en la misericordia y en las promesas de Dios. A pesar de su propia flaqueza y de las múltiples amenazas que acechan su fe, en virtud de la muerte y resurrección de Cristo puede edificar a partir de la promesa efectiva de la gracia de Dios en la Palabra y el Sacramento y estar seguros de esta gracia.
35. Los reformadores pusieron un énfasis particular en ello: en medio de la tentación, el creyente no debería mirarse a sí mismo sino contemplar únicamente a Cristo y confiar tan sólo en Él. Al confiar en la promesa de Dios, tiene la certeza de su salvación que nunca tendrá mirándose a sí mismo.
36. Los católicos pueden compartir la preocupación de los reformadores por arraigar la fe en la realidad objetiva de la promesa de Cristo, prescindiendo de la propia experiencia y confiando sólo en la Palabra de perdón de Cristo (cf. Mt 16, 19 y 18, 18). Con el Concilio Vaticano II, los católicos declaran: Tener fe es encomendarse plenamente a Dios (19) que nos libera de la oscuridad del pecado y la muerte y nos despierta a la vida eterna (20). Al respecto, cabe señalar que no se puede creer en Dios y, a la vez, considerar que la divina promesa es indigna de confianza. Nadie puede dudar de la misericordia de Dios ni del mérito de Cristo. No obstante, todo ser humano puede interrogarse acerca de su salvación, al constatar sus flaquezas e imperfecciones. Ahora bien, reconociendo sus propios defectos puede tener la certeza de que Dios ha previsto su salvación.
4. 7 Las buenas obras del justificado
37. Juntos confesamos que las buenas obras, una vida cristiana de fe, esperanza y amor, surgen después de la justificación y son fruto de ella. Cuando el justificado vive en Cristo y actúa en la gracia que le fue concedida, en términos bíblicos, produce buen fruto. Dado que el cristiano lucha contra el pecado toda su vida, esta consecuencia de la justificación también es para él un deber que debe cumplir. Por consiguiente, tanto Jesús como los escritos apostólicos amonestan al cristiano a producir las obras del amor.
38. Según la interpretación católica, las buenas obras, posibilitadas por obra y gracia del Espíritu Santo, contribuyen a crecer en gracia para que la justicia de Dios sea preservada y se ahonde la comunión en Cristo. Cuando los católicos afirman el carácter «meritorio» de las buenas obras, por ello entienden que, conforme al testimonio bíblico, se les promete una recompensa en el cielo. Su intención no es cuestionar la índole de esas obras en cuanto don, ni mucho menos negar que la justificación siempre es un don inmerecido de la gracia, sino poner el énfasis en la responsabilidad del ser humano por sus actos.
39. Los luteranos también sustentan el concepto de preservar la gracia y de crecer en gracia y fe, haciendo hincapié en que la justicia en canto ser aceptado por Dios y compartir la justicia de Cristo es siempre completa. Asimismo, declaran que puede haber crecimiento por su incidencia en la vida cristiana. Cuando consideran que las buenas obras del cristiano son frutos y señales de la justificación y no de los propios «méritos», también entienden por ellos que, conforme al Nuevo Testamento, la vida eterna es una «recompensa» inmerecida en el sentido del cumplimiento de la promesa de Dios al creyente.
5. SIGNIFICADO Y ALCANCE DEL CONSENSO LOGRADO
40. La interpretación de la doctrina de la justificación expuesta en la presente declaración demuestra que entre luteranos y católicos hay consenso respecto a los postulados fundamentales de dicha doctrina. A la luz de este consenso, las diferencias restantes de lenguaje, elaboración teológica y énfasis, descritas en los párrafos 18 a 39, son aceptables. Por lo tanto, las diferencias de las explicaciones luterana y católica de la justificación están abiertas unas a otras y no desbarata el consenso relativo a los postulados fundamentales.
41. De ahí que las condenas doctrinales del siglo XVI, por lo menos en lo que atañe a la doctrina de la justificación, se vean con nuevos ojos: las condenas del Concilio de Trento no se aplican al magisterio de las iglesias luteranas expuesto en la presente declaración y, la condenas de las Confesiones Luteranas, no se aplican al magisterio de la Iglesia Católica Romana, expuesto en la presente declaración.
42. Ello no quita seriedad alguna a las condenas relativas a la doctrina de la justificación. Algunas distaban de ser simples futilidades y siguen siendo para nosotros «advertencias saludables» a las cuales debemos atender en nuestro magisterio y práctica (21).
43. Nuestro consenso respecto a los postulados fundamentales de la doctrina de la justificación debe llegar a influir en la vida y el magisterio de nuestras iglesias. Allí se comprobará. Al respecto subsisten cuestiones de mayor o menor importancia que requieren ulterior aclaración, entre ellas, temas tales como: la relación entre la Palabra de Dios y la doctrina de la iglesia, eclesiología, autoridad de la iglesia, ministerio, los sacramentos y la relación entre justificación y ética social. Estamos convencidos de que el consenso que hemos alcanzado sienta sólidas bases para esta aclaración. Las iglesias luteranas y la Iglesia Católica Romana seguirán bregando juntas por profundizar esta interpretación común de la justificación y hacerla fructificar en la vida y el magisterio de las iglesias.
44. Damos gracias al Señor por este paso decisivo en el camino de superar la división de la iglesia. Pedimos al Espíritu Santo que nos siga conduciendo hacia esa unidad visible que es voluntad de Cristo.

(1) Artículos de Esmascalda, II, 1; Libro de concordia, 292.
(2) «Rector et judex super omnia genera doctrinarum» Weimar Edition of Luther's Works (WA), 39, I, 205.
(3) Cabe señalar que las confesiones vinculantes de algunas iglesias luteranas sólo abarcan la Confesión de Ausburgo y el Catecismo menor de Lutero, textos que no contienen condenas acerca de la justificación en relación con la Iglesia católica romana.
(4) «Report of the Joint Lutheran-Roman Catholic Sutdy Comission», publicado en «Growth in Agreement» (Nueva York; Ginebra, 1984) - pp. 168-189.
(5) Publicado por la Federación Luterana Mundial (Ginebra, 1994).
(6) «Lutheran and Catholics in Dialogue VII» (Minneapolis, 1985).
(7) Minneapolis, 1990.
(8) Gemeinsame Stellungnahme der Arnoldshainer Konferenz, der Vereinigten Kirche und des Deutschen Nationalkomitees des Lutherischen Weltbundes zum Dokument "Lehrverurteilungen-kirchentrennend" Ökumenische Rundschau 44 (1995) : 99-102; including the position papers wich underlie this resolution, cf. Lehrverurteilungen im Gespräch, Die ersten offiziellen Stellungnahmen aus den evangelischen Kirchen in Deutschland (Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1993).
(9) En la presente declaración la palabra «iglesia» se utiliza para reflejar las propias interpretaciones de las iglesias participantes sin que se pretenda resolver ninguna de las cuestiones eclesiológicas relativas a dicho término.
(10) Cf. «Malta Report» paras. 26-30 «Justification by Faith», paras. 122-147. At the request of the Us dialogue on justification, the non-Pauline New Testament texts were addressed in «Righteousness in the New Testament», by John Reumann, with responses by Joseph A. Fitzmyer and Jerome D. Quinn (Philadelphia; New York, 1982), pp. 124-180. The results of this study were summarized in the dialogue report «Justification by Faith» in paras. 139-142.
(11) «All Under One Christ» p. 14 in «Growth in Agreement», 241-247.
(12) Cf. WA 8:106; American Edition 32:227.
(13) Cf. DS 1528
(14) Cf. DS 1530
(15) Cf. Apology II: 38-45, Libro de concordia, 105f.
(16) Cf. DS 1515
(17) Cf. DS 1515
(18) Cf. 1545
(19) Cf. DV 5.
(20) Cf. DV 4.
(21) «Condemnations of the Reformation Era», 27.
Nota del traductor: se dejaron en inglés o alemán las notas al pie de página y los documentos de referencia que no se han publicado en español.

ACLARACIONES DE LA SANTA SEDE A LA DECLARACION CONJUNTA
Al presentar el 25 de junio en la Sala de Prensa de la Santa Sede la «Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación», el cardenal Edward I. Cassidy, prefecto del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, ilustró algunas cuestiones del documento que todavía tienen que aclararse para que alcance el acuerdo total por parte de la Santa Sede. El cardenal puso en evidencia que este documento, «sin lugar a dudas, debe ser entendido como un eminente resultado del movimiento ecuménico y como un hito en el camino hacia el restablecimiento de la plena unidad visible entre los discípulos del único Señor y Salvador Jesucristo». El purpurado reveló que por parte católica, el proyecto ha sido examinado principalmente por la Congregación para la Doctrina de la Fe y el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. Asimismo, aseguró que la Santa Sede ha recibido una considerable ayuda de los comentarios ofrecidos por varias Conferencias Episcopales de países en los que un significativo número de luteranos y católicos viven juntos.
Los límites de la declaración Cassidy explicó que «Al mismo tiempo, la declaración común tiene sus límites. Constituye un importante progreso, pero no pretende resolver todas las cuestiones que luteranos y católicos deben afrontar juntos en el camino que han emprendido para superar su separación y llegar a la plena unidad visible». «La Iglesia católica cree que no se puede hablar aún de un consenso tal que elimine toda diferencia entre católicos y luteranos en la comprensión de la justificación». «Las dificultades principales son las relativas al párrafo 4.4 de la declaración común, sobre la persona justificada como pecadora. (...) La explicación luterana parece en contradicción con la comprensión católica del bautismo, que borra todo lo que puede ser propiamente definido como pecado». «Uno de los puntos más debatidos de la declaración común se refiere a la cuestión tratada en el n. 18, relativa al modo según el cual los luteranos comprenden la justificación, que para ellos constituye el criterio sobre el que se basa la vida y la praxis de la Iglesia (...). También para los católicos, la doctrina de la justificación es 'un criterio indispensable que constantemente orienta hacia Cristo toda la enseñanza y la praxis de nuestras Iglesias'. Los católicos, sin embargo, 'se sienten vinculados por múltiples criterios' y la Nota enumera estos últimos». «Con satisfacción, la Iglesia Católica ha puesto en evidencia que el n. 21 (...) declara que el hombre puede rechazar la gracia; pero hay que afirmar también que, junto a la libertad de rechazar, existe en la persona justificada una nueva capacidad para adherirse a la voluntad divina, una capacidad que --justamente-- se define como 'cooperatio'. Teniendo en cuenta este modo de comprender, y notando también que en el n. 17 luteranos y católicos expresan la convicción común de que la nueva vida proviene de la misericordia divina, y no de un mérito nuestro de cualquier tipo, no se ve bien cómo el término 'mere passive' pueda ser usado a este propósito por los luteranos». «La Iglesia católica mantiene también, junto con los Luteranos, que las buenas obras de la persona justificada son siempre fruto de la gracia. Al mismo tiempo, y sin disminuir mínimamente la total iniciativa divina, ésta (la Iglesia) las considera fruto del hombre justificado e interiormente transformado. Por lo tanto, se puede afirmar que la vida eterna es, al mismo tiempo, gracia y recompensa dada por Dios por las buenas obras y los méritos». «Sería especialmente deseable proceder a una reflexión más profunda sobre el fundamento bíblico que constituye, tanto para los luteranos como para los católicos, la base común de la doctrina de la justificación». «El acto formal de la firma de la declaración común está fijado para el próximo otoño, en una fecha que todavía no se ha establecido y en el marco de las celebraciones por el consenso alcanzado».

 Por Frank Morera